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sábado, agosto 18, 2007

Fraude a la banca electrónica con OTP

Los sistemas de autenticación OTP (One Time Password), que al español se traduciría como “contraseña de un solo uso”, son aquellos que requieren una contraseña nueva cada vez que se utiliza. Una especie de contraseña de usar y tirar, que minimiza el impacto de que un tercero pueda capturarla.

La idea es que si alguien o algo espía y averigua que introduzco la clave “390827″ para entrar o firmar una operación en mi banca electrónica, ese dato no le servirá para suplantarme. Ya que la próxima vez que entre en mi banca electrónica la clave será otra diferente: “220948″.

Por norma general los sistemas OTP están asociados a unos tokens hardware que son los que generan la clave correcta en función de determinados parámetros (clave anterior, sincronización por tiempo con el servidor de autenticación, etc). A efectos prácticos, el caso más común es que el usuario cuente con un dispositivo, similar a un llavero o una tarjeta, que al pulsar un botón devuelve en su pantalla la nueva clave.

Este sistema de autenticación se empieza a prodigar cada vez más entre entidades bancarias como clave de firma u operaciones, en combinación con el usuario y contraseña estática de toda la vida. Es decir, para entrar a nuestra cuenta nos pediría usuario y contraseña normales, y para realizar algunas operaciones sensibles, como por ejemplo una transferencia, nos solicitaría la contraseña dinámica OTP.

Con la combinación de ambos sistemas tenemos la tan traida y llevada autenticación por doble factor: algo que el usuario sabe (el usuario y contraseña estática), y algo que el usuario tiene (el hardware OTP). La idea es que si al usuario le sustraen el usuario y contraseña estática el estafador no pueda realizar transacciones, y si el usuario pierde el token OTP tampoco puedan aprovecharlo porque no conocen el usuario y contraseña de acceso. En resumen, complican la vida al hipotético atacante.

Un ejemplo de pseudo token OTP primitivo y económico, tal vez más cotidiano entre usuarios españoles, es la tarjeta de coordenadas con claves que algunas entidades utilizan como contraseña de operaciones. Suele tratarse de una tarjeta de plástico, similar a una tarjeta de crédito, con una matriz de casillas que contienen diferentes claves impresas. Cada vez que realizamos una operación la entidad nos pedirá una coordenada, por ejemplo la C4 (fila C, columna 4), y tendremos que introducir la contraseña de esa casilla.

Aunque estos sistemas de autenticación de doble factor son siempre más robustos que el tradicional usuario y contraseña estática, no son infalibles. De hecho hasta la fecha se han dado contados ataques más o menos sofisticados: páginas de phishing normales y corrientes solicitando la próxima clave del token hardware (en caso de que el algoritmo de generación esté basado en la anterior clave y no sincronizado con el tiempo), páginas de phishing que realizan ataques “hombre en medio” en tiempo real en caso de que el OTP si esté basado en la sincronización del tiempo, pasando por algunos más rústicos pero no menos efectivos como pedir al usuario que envíe una fotocopia por fax de su tarjeta de coordenadas, hasta los troyanos más avanzados que inclusive burlan esquemas basados en la firma digital.

Si bien las debilidades de estos sistemas suelen ser conocidas (aunque de vez en cuando alguien se sorprende cuando hablamos de los posibles vectores de ataque, sobre todo contra la firma digital), su implantación supone un aumento real de la seguridad para el cliente y, hasta la fecha, un descenso de las campañas de fraude contra la entidad.

Es lógico pensar que dada dos entidades bancarias, una que utiliza usuario y contraseña estática frente a otra que utiliza doble factor de autenticación, el estafador fije su atención en la que tiene el sistema de autenticación más débil. No en vano, el estafador siempre busca la mayor rentabilidad, y ésta la encuentra en el sistema de autenticación tradicional: menor esfuerzo en el ataque (diseñar una página de phishing es muy simple) y mayor cantidad de posibles víctimas (el usuario tan sólo tiene que introducir su usuario y contraseña y le servirá para suplantarlo indefinidamente).

Así era, y sigue siendo, sin embargo se observa con preocupación el aumento de ataques contra sistemas OTP. Lo que hasta la fecha se venía observando como ataques aislados o pruebas de concepto, comienza a repetirse con cierta regularidad.

Un ejemplo reciente contra sistemas OTP puede verse en:
http://blog.hispasec.com/laboratorio/233

Es natural que a medida que se popularicen estos sistemas de autenticación también evolucionen las estafas y ataques. En algunos casos ni siguiera es necesario un avance tecnológico, basta con la picaresca para hacer caer el eslabón más débil del sistema.

Ésto no debe ser excusa para que las entidades que utilizan exclusivamente contraseñas estáticas no evolucionen e implementen nuevos sistemas de autenticación. Aunque no hay sistema infalible, la contraseña estática es la más vulnerable a todos los ataques.

El OTP tradicional, aunque es mucho más robusto y recomendable que la contraseña estática, empieza a ser un objetivo, hay que seguir avanzando. Al fin y al cabo, no deja de ser una carrera de fondo en la que de vez en cuando las entidades deben dar un tirón, para distanciarse del pelotón, diferenciarse, y dejar de ser una víctima rentable ante los ataques mayoritarios.

Escritor por:Bernardo Quintero/ Fuente: rzw

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