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jueves, julio 05, 2007

La mayor cárcel para periodistas e internautas

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El 13 de julio de 2001, el Comité Olímpico Internacional (COI) designaba a Pekín para la organización de los Juegos Olímpicos de verano de 2008. Paralelamente, la policía china intensificaba la represión contra los elementos subversivos de la sociedad, y entre ellos los internautas y los periodistas. Seis años más tarde no ha cambiado nada. Y, a pesar de la falta de progresos significativos en materia de libertad de expresión y derechos humanos en China, los miembros del COI permanecen sordos a los repetidos llamamientos de las organizaciones internacionales, que denuncian la magnitud de la represión.

Desde el principio, Reporteros sin Fronteras se pronunció en contra de la concesión de los JJOO a Pekín. Cuando falta un año para la ceremonia de apertura, la organización recuerda que el gobierno chino sigue considerando a los medios de comunicación y a Internet como uno de los sectores estratégicos, que no deben abandonarse a las “fuerzas hostiles” denunciadas por el presidente Hu Jintao. El departamento de policía, el de la seguridad pública y la ciberpolicía, bastiones de los conservadores, se encargan de hacer que se aplique escrupulosamente la censura.

Actualmente, en China hay encarcelados al menos 30 periodistas y 50 internautas. Algunos desde los años 80. El gobierno bloquea miles de sitios informativos de Internet. Se interfieren los programas en chino, tibetano y uigur de una decena de radios internacionales. Tras los sitios de Internet y los foros de discusión, las autoridades se concentran ahora en los blogs y los sitios que permiten el intercambio de vídeos. Todas las herramientas de blogs del país incluyen filtros que bloquean las palabras clave que los censores consideran “subversivas”. La ley sanciona fuertemente la “divulgación de secretos de Estado”, la “subversión” y la “difamación”, acusaciones que frecuentemente se utilizan para silenciar las voces más críticas. A pesar de que han disminuido las medidas que enmarcan el trabajo de los periodistas extranjeros, para los medios de comunicación internacionales sigue siendo imposible emplear a periodistas chinos, o desplazarse libremente al Tibet y a Xinjiang.

Unas promesas que nunca se han cumplido

Para conseguir la organización de los JJOO, las autoridades chinas prometieron al COI, y a la comunidad internacional, mejoras concretas en el terreno de los derechos humanos. Pero una vez lograda la victoria, han cambiado el tono. Por ejemplo, el Viceprimer Ministro de entonces, Li Lanqing, aseguró cuatro días antes de la votación del COI, en 2001, que la “victoria olímpica de China” debía incitar al país a preservar su “vida sana”, luchando entre otras cosas contra el movimiento espiritual Falungong, que “atiza la inseguridad”. Desde la prohibición del movimiento, al menos cien adeptos de Falungong han muerto mientras estaban detenidos y varios miles más se encuentran encarcelados.

Un poco más tarde fue el turno de Hu Jintao, el Vicepresidente chino de aquella época y actual presidente, quien aseguró que tras el “triunfo” de Pekín era “primordial luchar sin equívocos contra las actividades separatistas orquestadas por el Dalai Lama y las fuerzas antichinas del mundo”. En el oeste del país, donde vive una fuerte minoría musulmana, las autoridades de la provincia de Xinjiang han ejecutado a uigures acusados de “separatismo”.

Finalmente, la policía y la justicia han recibido la orden de continuar con la campaña “Golpear fuerte” contra la delincuencia. Todos los años, varios miles de chinos son ejecutados con un disparo en la nuca o una inyección letal, en público, a veces en los estadios.

El COI no puede permanecer mudo

Se equivocan los gobiernos de los Estados democráticos que todavía esperan que “los JJOO permitan mejorar la situación de los derechos humanos en China”. El “diálogo constructivo”, que algunos predicaron, no ha conducido a nada.

En el transcurso de estos últimos siete años no ha disminuido la represión a periodistas y ciberdisidentes. Y todo hace pensar que va a continuar. El COI ha encargado al régimen chino una tarea que va a cumplir con celo : “organizar unos JJOO seguros”. Para Pekín, eso significa más detenciones de disidentes, más censura y ningún movimiento de contestación social.

No se trata de aguar la fiesta, ni de tomar como rehenes a los JJOO. Por el contrario, ha sido China quien ha tomado como rehenes a los Juegos y al espíritu olímpico, con la complicidad del COI. Ahora, el movimiento deportivo mundial tiene que alzar la voz para que finalmente los chinos disfruten de las libertades que reclaman desde hace años. La Carta Olímpica establece que el deporte debe ponerse “al servicio del desarrollo armonioso del hombre, con vistas a estimular el establecimiento de una sociedad pacífica, preocupada por preservar la dignidad humana”. Los atletas, y los aficionados al deporte, tiene el derecho y el deber de defender esa Carta. El COI debe dar muestras de valor y hacer todo lo necesario para que los organizadores chinos no se burlen alegremente de los valores del olimpismo.

El COI es hoy el mejor situado para exigir del gobierno chino muestras de buena voluntad. La instancia olímpica tiene que exigir a Pekín, antes de la ceremonia de apertura del 8 de agosto de 2008, que mejore de forma notable la situación de los derechos humanos.

Y el COI no debe ceder ante los intereses económicos de todos cuantos consideran que China es un mercado esencial, y que nada debe impedir hacer negocios allí.

¡No a los Juegos Olímpicos sin democracia !

Reporteros sin Fronteras pide a los Comités Olímpicos nacionales, al COI, a los atletas, a todos los aficionados al deporte y a los defensores de los derechos humanos, que manifiesten públicamente su preocupación frente a las innumerables violaciones de todas las libertades fundamentales en China Popular.

Tras la designación de Pekín en 2001, Harry Wu, disidente chino que pasó diecinueve años en las cárceles de su país, declaró que lamentaba profundamente que China no tuviera “el honor y la recompensa de acoger los Juegos Olímpicos en tanto que país democrático”.

“Políticamente, un grave error ; humanamente, una bajeza ; jurídicamente, un crimen”. El grito de indignación, lanzado por el disidente ruso Vladimir Bukovski contra la celebración de los JJOO en Moscú, en 1980, sigue de actualidad en 2008.

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Fuente:rsf.org

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